Hablamos de un elemento vital, de un nutriente esencial y en muchos casos el menos tenido en cuenta en la nutrición del perro.
Un animal sano tiene entre un 50% y un 60% de su peso total en forma de agua. Los cachorros pueden llegar hasta un 75% de agua en el total de su peso corporal.
Nuestras mascotas deben disponer siempre de agua limpia y a una temperatura agradable, ni fría ni caliente. Si no cumplimos con estas simples condiciones, consumirá una menor cantidad de la que sería conveniente para cubrir sus necesidades. Por el contrario, si el agua está "en su punto", el animal beberá la cantidad necesaria para su mantenimiento.
Un animal puede sobrevivir tras la pérdida de casi la totalidad de su glucógeno. También puede desarrollar la práctica totalidad de sus funciones tras la pérdida casi total de su grasa almacenada e incluso sobrevive si sufre una pérdida de la mitad de sus proteínas. Pero si nuestra mascota sufre una pérdida del 10 % del agua total de su organismo, los daños producidos serán de gravedad. Si la pérdida alcanza el 15%, la muerte será un hecho seguro.
El agua que contiene el organismo de un animal no es constante ya que entra por la bebida o por el alimento, se crea por el metabolismo y se elimina.
Podríamos distinguir dos principales tipos de pérdidas de agua:
La pérdida excesiva de agua conduce a una disminución de la elasticidad de la piel del animal que podremos comprobar si la pellizcamos. Si tras el pellizco la posición de la piel pellizcada se mantiene, el animal estará deshidratado. Si tras el pellizco la piel vuelve inmediatamente a su posición, el animal estará en un perfecto estado de hidratación.
Si tras el pellizco la posición de su piel se mantiene, el animal estará deshidratado
Finalmente debemos tener presente en qué condiciones puede nuestra mascota necesitar mayor consumo de agua ya que con ello evitaremos desagradables sorpresas.